domingo, 14 de mayo de 2017

Población extranjera residente en España



Estamos ante un mapa corocromático y de círculos de España en el que se nos muestran las provincias divididas por el número de emigrantes extranjeros que reciben.
España no siempre ha sido un país receptor de inmigrantes. Históricamente, ha sido un país emisor de inmigrantes: desde finales del siglo XIX los españoles han emigrado al extranjero para mejorar su situación económica, primero a Sudamérica y luego, especialmente en los años sesenta del siglo XX, a Europa (Francia, Alemania, Suiza…). Pero la situación se invirtió a principios de los años setenta, con la vuelta de muchos inmigrantes españoles, y coincidiendo con la crisis mundial del petróleo y la llegada, después, de la democracia. La llegada masiva de inmigrantes no españoles comenzará a finales de los años noventa, sobre todo desde 1995.

A grandes rasgos, se observa que el mayor número de población inmigrante se localiza en el litoral mediterráneo, los dos archipiélagos, Madrid y el eje del valle del Ebro.
Haciendo referencia a su distribución por las provincias españolas podemos destacar que los destinos preferidos por estos inmigrantes son las comunidades con grandes centros urbanos, industriales y de servicios como lo son Cataluña, Madrid, la Comunidad Valenciana, Murcia y las Islas Baleares, todas ellas con más de un 15% de población inmigrante, destacando entre estas Baleares con un 21%.  Les siguen en importancia las Islas Canarias, La Rioja, Aragón, Navarra y Castilla- La Mancha que tienen entre un 14% y 10% de inmigrantes y Andalucía con un 8%, esta última muchas veces con necesidad de mano de obra agrícola temporal. En los últimos años la saturación del mercado laboral de estas regiones ha provocado algunas migraciones hacia el interior y hacia el Cantábrico. Así, comunidades como Cantabria, Castilla-León y el País Vasco oscilan entre el 6-7%, quedando por último las regiones con menor porcentaje de inmigrantes como el Principado de Asturias, Extremadura y Galicia, que no llegan al 5%.
Los inmigrantes comunitarios son jubilados, con un nivel de vida medio-alto, que aprecian las buenas condiciones climáticas del litoral mediterráneo y de las islas Baleares y Canarias; o adultos atraídos por las posibilidades de trabajo y de negocio en provincias como Madrid o Barcelona.
Los inmigrantes extracomunitarios realizan trabajos de baja cualificación en los servicios, la construcción, la agricultura, la minería y la pesca. De este modo, se instalan en las comunidades autónomas con más posibilidades de empleo en esos sectores: litoral mediterráneo (agricultura de invernaderos y frutales, hostelería), ambos archipiélagos (actividades relacionadas con el turismo), y algunas comunidades del interior, destacando Madrid, que es foco de atracción por su gran diversidad en el sector terciario.

Los inmigrantes comunitarios son fundamentalmente ingleses y alemanes ( y rumanos) mayores de 65 años, con un nivel de vida medio-alto, que valoran el buen clima de los dos archipiélagos y del litoral mediterráneo. Se localizan en provincias como Málaga, Alicante, Baleares y Canarias.
Los inmigrantes extracomunitarios  proceden en su mayoría del norte de África (marroquíes) y de Sudamérica (ecuatorianos y colombianos). Los marroquíes se localizan preferentemente en Cataluña y Andalucía. Los inmigrantes de América Latina predominan en Madrid, las islas Canarias orientales, y en  la mayoría de las provincias de la franja cantábrica.
La proximidad geográfica entre el norte de África y España, el bajo nivel económico de los países de origen, sumado al alto crecimiento de la población y la falta de recursos y trabajo, explican la llegada masiva de población magrebí.
En el caso de los sudamericanos, al bajo nivel de vida y la falta de empleo en sus países, se unen las similitudes lingüísticas y culturales con España, elemento determinante que explica su asentamiento en nuestro país.
En cuanto al perfil de los inmigrantes extranjeros en España, según el sexo,  hay más hombres que mujeres, pero las mujeres son mayoritarias entre los europeos no comunitarios y entre los iberoamericanos. Por edades los datos hablan de que sólo el 13% de los extranjeros con tarjeta de residencia en vigor son menores de 16 años, mientras que el 82% tienen entre 16 y 64 años.
La actual situación inmigratoria en España tiene unas consecuencias demográficas positivas para España, ya que los inmigrantes extranjeros contribuyen al crecimiento demográfico, tanto de forma directa como por el incremento de la natalidad, de manera que en las comunidades que tenían un crecimiento natural más bajo o negativo, se ha evitado el decrecimiento.

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